Perros

Porque mi perro siempre busca mi atención

Si cuando abrimos la puerta de casa nuestro perro se abalanza sobre nosotros saltando, moviendo el rabo y llenándonos de lametones y cuando está sólo en casa se dedica a destruir los sillones y los cojines, seguramente estamos frente a un problema de origen etológico. Ambas actitudes son dos ejemplos muy comunes de conductas para llamar nuestra atención con el fin de convertirse en los protagonistas del momento.Este comportamiento, identificable también en los niños, puede convertirse en un verdadero problema cuando se asocia a patologías de celos hacia otras mascotas o personas de nuestro entorno, llegando en los casos más extremos a presentar cuadros de agresión y violencia. Asimismo, es frecuente que adopten conductas destructivas para captar nuestra atención y conseguir que estemos pendientes todo el día de ellos.

Porque mi perro siempre busca mi atención

Son comportamientos aprendidos tras miles de años de domesticación y de adaptación a otro tipo de ambiente, como es vivir al lado de un humano, que controla los recursos y los suministra. De intentar obtener esos recursos es de donde viene el intentar captar la atención del propietario. Es una forma de comunicación evolucionada a la actualidad: el perro ya no obtiene su recurso primario mediante la caza y además han aprendido que “si le doy el tiempo suficiente con la pata en la pierna a mi amo, quizá me gane un trozo de carne”.

Se empieza por las conductas reforzadas por los propietarios que sin querer premiamos y perpetuamos. ¿Cómo queremos que nuestro perro no le salte a los amigos cuando vienen de visita si cada vez que llego a casa me pone las patas encima y lo acaricio y premio con palabras efusivas? Asimismo, las ventas de collares de impulsos eléctricos disminuirían en gran parte si cada vez que el perro ladrara no lo acariciara diciendo: “tranquilo chico, tranquilo”.

Un problema con solución
La necesidad de llamar nuestra atención puede llegar a derivar en problemas tan graves como estereotipias, agresividad o fobias. Por ejemplo, tengo un cliente cuyo dálmata tiene un déficit auditivo grave y, por este motivo, fue muy protegida desde pequeña. Cuando acudí a su domicilio la perra era una caja de sorpresas: estereotipias, agresividad por miedo, vocalización excesiva en forma de ladridos estridentes, hiperactividad, etc. Lo más interesante es que el detonante que hacía que estallara en la demostración era la propia dueña, puesto que todo había sido reforzado por ella sin darse cuenta.

Por supuesto, no he querido decir que no tengamos que mimar, querer, jugar o dar de comer a nuestras mascotas, sino que todo tiene un orden, un sitio y un momento. Desde nuestra posición de humanos debemos intentar entender por todos los medios el lenguaje canino, y estructurar muy bien nuestra interacción con ellos para no vernos en situaciones como la citada anteriormente.

Ni premio, ni castigo

En este punto tengo que dejar claro que si el propietario da una respuesta negativa hacia el perro, es decir, un castigo, éste también lo va a tomar como una atención hacia él. Es decir, el perro llega a preferir un castigo a que no se le preste atención. Por ello, cuando adopte comportamientos tales como la destrucción de ropa u objetos del propietario, la mordida inadecuada, los comportamientos de hiperactividad en el juego, el lanzar las patas delanteras hacia el dueño, la micción y defecación inadecuadas, la ansiedad, los miedos… Lo mejor es optar por ignorar a nuestra mascota hasta que cese la conducta negativa.

Después de este artículo sólo les pido que reflexionen, que observen detenidamente los comportamientos de sus animales de compañía, que consulten con un profesional si creen que hay algún problema. Para concluir, aconsejo el ejercicio diario, los juegos que requieren actividad física y los juguetes interactivos, las clases de educación para cachorros y adultos, el adiestramiento e incluso hablar con su perro.

Por Rosana Álvarez Bueno